martes, 1 de diciembre de 2009

30/11/2009: De nuevo en Toronto

Ya estamos en los últimos días de mi viaje a Canadá. El tiempo pasa volando, pensar que llegué hace un mes y medio y ya estoy casi de vuelta. El regreso a Toronto ha coincidido con una semana un poco más tranquila. Ya terminados los "deberes" que tenía que hacer en Canadá pude descansar un poquito, ¡por fin! Así que me he dedicado a enviar emails, cerrar contactos y terminar haciendo un poco de turisteo por Toronto.

Hablando de turisteo, me acabo de dar cuenta de que en Vancouver no puse las fotos de la playa de Wreck Beach, que son superchulas, así que hago un inciso para ponerlas aquí. La playa de Wreck Beach está justo detrás de la Universidad de British Columbia (qué bien se lo montan los Vancouverianos, entre mates y lengua, chapuzón). Atraído por la idea de que hubiera una playa en Canadá "bañable" (con el frío que hace) me dirigí allí presto y raudio a hacer unas fotillos. Mi sorpresa aumentó cuando descubrí que ¡la playa era nudista! Curioso, con lo puritanos que son aquí, especialmente en el oeste, que no te venden ni el "Interviú" en el kiosko (ni nada que se le parezca).



Acceso a la playa de Wreck Beach. El segundo cartel dice "La ropa es opcional en la siguiente playa". Zas.



El acceso a la playa se realiza a través de un angosto y precioso caminito. Hay que andar un rato.



La preciosa (y solitaria) playa de Wreck Beach.



Como todo en Canadá: relajante y silencioso.



Aquí pilotando el metro que me llevaba al aeropuerto de Vancouver. Luego dicen que hay accidentes si hay gente, como yo, que se pone a los mandos como si nada.

Ya estamos de vuelta en Toronto. Aquí el ambiente navideño se empieza a notar. Luces en las calles, árboles de Navidad, iluminación en las casas de los vecinos... Pregunté si había rivalidad entre vecinos a ver cuál ponía las luces más bonitas y me dijeron que no, que eso es cosa de los estadounidenses.



Navidad, Navidad... pero aquí no hay turrón, ¿qué es esto?

Como última visita a Toronto, decidí pasar de museos (que en España hay más) y me fui a la Isla de Ward, enfrente de la ciudad. Sólo se puede acceder con un ferry que lleva personas y coches, muy pintoresco. Se supone que en esta isla hay un parque de atracciones... que, obviamente, abre a partir de abril. No me imagino a nadie diciendo "me lo pasé genial" tirándose de una montaña rusa a 10 grados bajo cero, con los moquillos hechos témpano... Quizá dirían mejor "no siento los dedos de los pies, hagan algo". Creo que esta vez les debo dar la razón.



Llegando al ferry se ven unas vistas muy bonitas del lago Ontario.



Acercándome a la isla de Ward.



Vistas de Toronto desde el barco. "Torontontero" como desde la torre.



No sólo saco paisajes, aquí estos hombres estaban arreglando las farolas. Creo que luego por la noche tenían otro trabajo, con el mismo uniforme, pero allí se lo tenían que quitar poco a poco al son de la musica, o no sé qué, no me enteré muy bien.



Perro silueteado. Le dije "Chucho, chucho" pero no me hacía caso... debe ser que sólo habla inglés. ¿Cómo se dice "chucho" en inglés?



El chato en uno de los puentes que cruzan la isla.



Paseos que bordean la isla... soledad y silencio.



Mamá pato, papá pato y patitos.



A este pato lo saludé y como respuesta, metió la cabeza bajo el agua y me enseñó el culo. No me lo quise tomar a mal, por si acaso no conozco bien las costumbres canadienses, pero faltó esto, ¡esto!.



La isla tiene playas en las que es posible bañarse... en verano, claro.



De nuevo, la tranquilidad absoluta y a unos cientos de metros de la ciudad... quizá de lo mejor de Canadá: la tranquilidad.



"Rueda contemplando la ciudad", por Jesús Diez, precio de salida: 12.000 $.

Al día siguiente, mis amigos Arturo y Karla me llevaron a "La posada". Es un evento que se hace en México en Navidad y representa las nueve posadas por las que María y José tuvieron que pasar sin que les dieran refugio hasta encontrar el pesebre final. En torno a esto se hace una fiesta en la que hacen juegos para los niños, rompen la piñata, cada familia trae comida, normalmente mexicana, cantan... todo en familia. La verdad es que fue algo muy entrañable.



¡Piñata! ¡Piñata!



Juegos para los niños.



Tortillas de maíz, arroz, pollito... ¡ñam, ñam! Repetí varias veces, jeje.



Mi amigo Arturo y yo... o Epi y Blas (en México se llaman Enrique y Beto).

Y eso es todo por hoy. Mañana tomo el avión a Madrid y... ¡fin de viaje! (de momento).

domingo, 22 de noviembre de 2009

20-11-2009: Capilano Suspension Bridge

Esta es una excursión que quería hacer desde que llegué a Vancouver pero con el tiempo hecho una locura la fui retrasandeo hasta que ya me da igual que llueva o que no llueva. Siguiente parada: el puente colgante de Capilano (o "Capilano suspension bridge"). Esto está a media hora al norte de Vancouver, no muy lejos, y puedes ir gratis con un autobús que sale unas cuantas veces desde el centro. Luego la entrada son 27$ en invierno y 32$ en verano. Yo como iba disfrazado de estudiante, pagaba menos, jeje.

El puente colgante de Capilano es un puente que pasa sobre el río Capilano (qué cosas) a una altura de 70 metros sobre el río. Lo curioso es que se construyó a finales del siglo XIX y, originalmente, estaba hecho de cuerdas que atravesaban el precipicio. Es que estos antiguos eran muy valientes. Luego ya se sustituyó por el puente con cables de hierro que hay ahora.



La entrada al Capilano suspension bridge.



Ole, qué puente. Al andar se movía muchísimo. No apto para miedosos.



- "¿Nos tiramos, cariño?"
- "Tírate tú".



Desde el puente se veía el río desde la altura. En la foto se ve a unos locos que estaban haciendo piragüismo. En la parte de arriba del río hay bastantes rápidos, así que debe ser algo divertido.

Al principio pensé que eso era todo: pasas el puento, lo vuelves a pasar y te das cuenta de que acabas de gastarte 27 $ en 10 minutos. Pero no es así. Afortunadamente han montado una serie de atracciones para que explores el bosque y la verdad es que se lo han currao. Se ven unas imágenes del bosque misterioso y verrrde, impresionantes.



Misterios en la selva de Vancouver.



Riachuelos llenos de color.



Los árboles, larguísimos, escoltando al río.



Un árbol con pelo... bueno, era musgo, pero parece...



El puente visto desde el bosque, con su altura al suelo bien clarita.



Hay una ruta que va entre los árboles, en las alturas. Parecían las aldeas de los "Ewoks", de "El retorno del Jedi".



Yo, más que a un Ewok, me parecía a Chewbacca, pero bueno.

Y esto es Vancouver. Mañana regreso a Toronto con más cositas.

sábado, 21 de noviembre de 2009

18/11/2009: Vancouver y especial "el reloj de vapor"

Después de terminar mis deberes en Canadá, visitando todas las empresas de efectos visuales habidas y por haber en Canadá, me dediqué a visitar un par de sitios de la ciudad con un poco más de detalle, concretamente el mercado de Granville y la "Vancouver lookout", una torre muy alta (aunque ni la mitad que la de Toronto, desde la que se veía... bueno, ya lo sabéis). Desde ésta, en vez de Vancouvertontero, se veía Vancouverenparte, pero estaba bien, vamos. Lo único que el tiempo no acompaña. Aunque la temperatura es similar a la de Madrid en invierno, aquí llueve que parece que se han dejado el grifo abierto. Con lo bien que vendría este agüita en España. Estoy por llevarme un cubo de agua, al menos, por eso de contribuir.

Bueno, al grano con Clearasil, primera estación, el mercado de Granville. Esto era una antigua zona industrial que, con el tiempo, acabo siendo un lugar de relajo para los vancouverianos (¿vancouverenses?). Es un mercado tradicional, con los típicos puestos para la carne, las verduras y, como no, aún más puestos de comida para llevar. Aquí en Canadá, como en el resto de Norteamérica, tienen como segundo himno la canción del Piraña, de Verano Azul, "comer, comer".



El mercado de Granville está en la zona marítima de Vancouver. Aquí todo el mundo tiene bici y barquito.



La entrada al mercado de Granville, con unas hélices bien grandotas.



El mercado forma una península y se comunica con el resto de la ciudad con unos "barcobús". Lo malo es que eso lo descubrí al llegar, antes tuve que hacer el camino largo atravesando el puente que te deja lejísimos. Merece la pena los 3$ que te cobran.



Las gaviotas son las dueñas del lugar. Algunas vienen al mercado en su propio coche, como ésta.



Esto va para los veterinarios que me estén viendo. ¿Cómo está el puesto? ¿Cumple los requisitos sanitarios? Les puedo decir algo, si queréis.



En el interior, aparte de comida se venden pastitas o cosas típicas. Es un buen sitio para pasar la tarde del domingo (comiendo).

Siguiente parada, la torre del "Vancouver lookout". Es bastante parecida a la de Toronto, en el sentido de que subes, ves la ciudad y tal, pero a escala pequeña. A pesar de que el día estaba muy nuboso se pudo ver alguna cosilla.



Llegando a la torre vi esta calle que me pareció como en las pelis cuando los coches de polis "siempre" se estrellan.



Homenaje a los soldados canadienses caídos en todas las guerras.



Vancouver desde el aire.



El cine IMAX de Vancouver, con un edificio del estilo de la Ópera de Sidney (pero no tan espectacular).

Y para terminar el día, y en primicia mundial, vamos a explicar un poco mejor cómo funciona el famoso reloj de vapor, que me he estado fijando y es un cacharro ingenioso. Incluso el toque de las horas lo hace con el vapor, increíble. Pero mejor lo veis en estos dos exclusivos reportajes que he grabado... ¡dentro vídeo!



El funcionamiento del reloj.



Las campanadas... ¡feliz añoooo!

Y eso es todo por hoy. Siguente etapa: el puente colgante de Capilano. No se lo pierda.

lunes, 16 de noviembre de 2009

11/11/2009: Llegada a Vancouver

Perdón por la tardanza en contestar, desde que he llegado a Vancouver me he pasado todo el rato haciendo entrevistas y ha sido un no parar. Quería tener el terreno abonado al principio para luego turistear tranquilamente. Lo malo es que me ha salido la jugada rana porque los maravillosos días soleados que disfruté a mi llegada han dado paso a una intensa y permanente lluvia. Al menos he de decir que el clima en Vancouver es mucho más cálido de lo que pensaba, es como en Madrid en invierno pero con lluvia... es decir algo "tolerable". La cosa es que aún no he podido realizar las excursiones típicas así que solo puedo atestiguar lo que vi en la ciudad.

Bueno, antes de llegar tomé el tren desde Jasper a Vancouver, unas 18 horas de tren desde el que se veía como iba cambiando el paisaje de los blancos invernales a los verdes... invernales.



Las vistas desde el tren saliendo de Jasper, postalica navideña.



Y por arte de magía ¡tachán! Todo verde.

Vancouver es una de las ciudades más grandes de Canadá, con más de 500.000 habitantes (poco, en realidad, si la comparas con cualquiera de las ciudades españolas) y su aspecto es de "ciudadón norteamericano", con rascacielos y todo eso. En eso se parece bastante a Toronto. El centro es bastante chulo, dentro de lo moderno que es, con muchas tiendas y centros comerciales.



La ciudad de Vancouver en todo su esplendor.



¿Qué se ve desde la torre más alta de Vancouver (la "Vancouver lookout")? Vancouver-tontero... este chiste tiene más gracia con Toronto, la verdad.



La Galería de Arte de Vancouver

Tres de las cosas que llama la atención de Vancouver es el clima, bastante cálido comparado con el resto del país, el ambiente marítimo de la ciudad (aunque no es una ciudad que "huela" a mar, el piar de las gaviotas tan característico te hace pensar que lo tienes al lado) y la cantidad de gente pidiendo por la calle, en según que zonas. Este tercer punto tiene relación con el primero, el clima, porque en Vancouver "sí puedes ser mendigo", en el resto del país, simplemente te congelas.



Vancouver todo lleno de sol y gente correteando haciendo footing, aunque no tanta como esperaba.



Las gavioticas controlan la ciudad.



No todo es bonito en Vancouver.

Otra cosa que llama la atención es la geografía. Vancouver está a media horita en coche de EE.UU. (ahí al lado) y toda la zona está compuesta de la zona continental y de un montón de islitas. Lo curioso es que muy cerca de la costa hay unas montañas enormes llenas de nieve así que aquí lo tienen todo: mar, playa, montaña, osos (no es guasa, hay osos en un bosque cercano).



Mar y montaña, eso es Vancouver (¡y muchas cosas más, señora!).

Entre entrevista y entrevista he podido visitar unos pocos sitios emblemáticos de la ciudad, con sus fotos correspondientes, claro. Por cierto que he visitado un total de 16 empresas de efectos visuales, de las más punteras del mundo, entre ellas Image Engine, mi apuesta fuerte.



Image Engine, ahí quiero trabajar yo.



El estadio BC Place (BC = "British Columbia", es el nombre de la provincia).



Como no, el barrio chino. No, si el día que nos organicemos, conquistamos el mundo.



El puerto de Vancouver, desde uno de sus puentes.



El Museo de la Ciencia, aquí hay mucho museo.



La espectacular biblioteca de Vancouver, parece un coliseo.

Y para terminar, unas fotos curiosas...



La Iglesia de la Cienciología. Pregunté por Tom Cruise pero no estaba.



Mira papá, un reloj que funciona CON VAPOR, qué cosa más rara. ¿no?



Vancouver y el mar, indivisibles.



Ese Alonsoooo, hasta aquí llega el tío.



Una coleción de coches de la poli.



Algún gracioso que le ha colgado las botas a su amiguete en los cables de la luz.



Esta va para mi hermano, que como es diseñador... ¿no se parece este perro a un grifo? ¿o el grifo al perro?

Y eso es todo por ahora. En estos días espero hacer visititas a sitios un poco más alejados de la ciudad.